Falta de higiene personal psicología

Ejemplos de falta de higiene personal

La autonegligencia es un trastorno del comportamiento en el que una persona deja de atender sus necesidades básicas, como la higiene personal, la ropa adecuada, la alimentación o la atención apropiada de cualquier afección médica que padezca[1] En términos más generales, cualquier falta de autocuidado en cuanto a la salud personal, la higiene y las condiciones de vida puede denominarse autonegligencia. La autonegligencia extrema puede conocerse como síndrome de Diógenes.

Hay dos tipos de autonegligencia: intencionada (activa) y no intencionada (pasiva). La negligencia intencionada se produce cuando una persona elige conscientemente la negligencia. El autocuidado no intencionado se produce como resultado de condiciones de salud que contribuyen al riesgo de desarrollar autocuidado. Las distintas sociedades y culturas pueden tener creencias diferentes en cuanto a los niveles de vida aceptables, lo que hace que la autonegligencia sea un problema grave y complejo que requiere decisiones clínicas, sociales y éticas en su gestión y tratamiento[cita requerida].

Sin una higiene personal suficiente, pueden aparecer llagas e infectarse heridas leves. Los problemas de salud existentes pueden agravarse, debido a la insuficiente atención que les presta el individuo. El descuido de la higiene personal puede hacer que la persona sufra dificultades sociales y aislamiento.

Efectos de una higiene personal deficiente en el lugar de trabajo

La higiene es importante para la salud infantil. Si los padres pueden empezar pronto a desarrollar hábitos saludables, la mayoría de los niños tendrán una higiene adecuada. Algunos niños no adquieren las habilidades de autocuidado tan rápidamente como otros. Puede que usted no tenga preocupaciones académicas, pero se pregunta si, sin su apoyo, su hijo llegaría a cepillarse los dientes, bañarse o elegir la ropa adecuada para el tiempo que hace.

Los niños maduran a ritmos diferentes, y a menudo se dice que las niñas maduran más deprisa que los niños. En el caso de los niños más pequeños, puede parecer un reto tener que acompañar a tu hijo en cada paso de una rutina de autocuidado. La higiene es un campo en el que a veces podemos utilizar la presión del grupo como algo positivo. Cariño, vamos a cepillarte los dientes para que estés limpio y huelas bien en el colegio". Este proceso puede funcionar con niños de 4 o 5 años.

Si tienes un hijo adolescente, puede que te sientas frustrado. Su hijo es casi un adulto y, sin embargo, es posible que aún tenga que decirle que se lave los dientes. A medida que los niños crecen y entran en la pubertad, tienen más olores y, por tanto, más higiene que controlar. De repente, parece que hay que preocuparse por los pies malolientes y el mal aliento. Para los compañeros, destaca drásticamente si otro alumno huele mal, lleva la misma ropa repetidamente o tiene el pelo sucio.

¿Cuál es el efecto de la falta de higiene personal

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Las personas que viven con depresión o trastorno bipolar pueden compartir patrones de comportamiento similares y evitar hacer ciertas tareas cotidianas, incluidas las cosas que les hacen bien. Hay días en los que simplemente no tiene energía para ducharse y otros en los que los platos se acumulan. Y hay semanas en las que apenas tienes fuerzas para salir de casa.

Estos hábitos cotidianos normales pueden parecer imposibles a veces para quienes sufren depresión. A continuación se indican algunas actividades comunes que las personas que sufren depresión o un episodio depresivo pueden tener problemas para llevar a cabo, además de algunas sugerencias sobre cómo volver a avanzar.

La higiene personal es clave para mantener una salud óptima. Pero si estás pasando por un episodio depresivo y te sientes deprimido, meterte en la ducha o en la bañera suele ser lo último que te apetece hacer.

Razones psicológicas de la falta de higiene

La higiene personal es un tema del que no se suele hablar a diario. Normalmente, la higiene se pasa por alto, ya que solemos dar por sentado que todo el mundo hace las cosas de forma similar o tiene niveles similares de frecuencia. Sin embargo, la higiene puede ser a menudo el primer signo del inicio de problemas de salud mental.

La depresión, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y los trastornos psicóticos son ejemplos en los que se observan grandes reducciones o cambios en la higiene personal. Muchas personas que experimentan problemas de salud mental señalan sentirse en una nebulosa en la que resulta difícil llevar la cuenta de los días y en la que no hay energía para bañarse, cambiarse de ropa o cepillarse los dientes, por no hablar de levantarse de la cama. A algunas personas les puede parecer una carga tener que asearse, pero recuérdales que se sentirán mucho mejor una vez que se hayan duchado, lavado el pelo o la cara y puesto ropa limpia. Cuidarse aunque sólo sea un día más a la semana puede suponer una gran diferencia en cómo se sienten.

En el extremo opuesto del espectro, algunos trastornos como la ansiedad o el trastorno obsesivo compulsivo pueden llevar a un aumento insano de las tareas de higiene personal. Los ejemplos incluyen lavarse repetidamente hasta que la piel parece en carne viva, cambiarse repetidamente de ropa o lavarla, cepillarse los dientes repetidamente hasta que las encías sangran, o sentir una compulsión por continuar a pesar del dolor o de los indicadores visuales de que el comportamiento debería detenerse. Una vez más, ayudar a la persona a identificar un programa de higiene saludable es un primer paso positivo.

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