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La última película de Lars von Trier, Melancholia (2011), podría interpretarse como una consecuencia lógica de la historia del nihilismo europeo, cuyos defensores más significativos fueron los filósofos Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche y E.M. Cioran, y poetas como Charles Baudelaire, Maurice Rollinat y Lautréamont. En la película, el director danés parece construir un argumento que no sólo "cuestiona el valor de la vida" (Nietzsche), sino que también nos invita a cambiar nuestra condición de "mortales por la de seres moribundos" (Cioran).

El planeta Melancholia está en rumbo de colisión con la Tierra. El terrorífico apocalipsis de esta película es completamente original, ya que no se centra en la destrucción biológica o física de nuestro planeta y nuestras especies, como hacen producciones más triviales como Independence Day o 2012. En su lugar, hace hincapié en la angustia psicológica de dos habitantes de la Tierra, la melancólica Justine (Kirsten Dunst) y su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg).

La introducción de Melancholia es una representación de la danza planetaria de la muerte entre Melancholia, un planeta del tamaño de Saturno, y la Tierra, combinada con una irónica introducción a la historia del arte. La banda sonora de la introducción la pone el preludio de Tristan und Isolde de Wagner, un manifiesto posromántico que propone el choque y la unión final entre dos principios opuestos, el amor y la muerte. En este caso, la música simboliza el choque astronómico (y quizás astrológico) de los dos planetas. La introducción está rodada a cámara lenta, casi como un vídeo musical de Wagner para la MTV, y podría verse como un resumen de Melancholia, que resume toda la película.

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Es una película que, en la década transcurrida desde su estreno, se ha convertido en una especie de talismán para los cinéfilos que han sufrido depresión, tal es el poder visceral de su descripción. Es tan poderosa porque se niega a hacer lo que a menudo se presiona a las personas que padecen una enfermedad mental: empequeñecer el dolor. Es un desafío hacer que el dolor sea tan grande que, literalmente, preceda al fin del mundo. La combinación de ciencia-ficción de alto concepto y personajes y relaciones con matices realistas se funde a la perfección. La película se centra en el día de la boda de Justine (Kirsten Dunst) mientras su depresión se apodera de los acontecimientos (Crédito: Alamy)Sin duda, por encima y más allá de la maestría de la realización cinematográfica de Von Trier, la interpretación de Dunst como Justine lleva el peso de la película. Es un logro virtuoso, tan primario y físico como emocional y sofisticado, que le valió el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes de 2011. En la rueda de prensa de Melancholia, Dunst se refirió a su propia experiencia de depresión, para la que buscó ayuda en 2008. Es una experiencia que parece vivir en la memoria muscular de su cuerpo.

Películas sobre la depresión suicida

Melancholia, la película de Lars Von Trier estrenada en 2011, sigue a las hermanas Justine (Kirsten Dunst) y Claire (Charlotte Gainsburg) mientras se enfrentan al inminente fin de la Tierra. Lo que comienza como una película sobre una pareja de recién casados -en la superficie- se convierte gradualmente en una amalgama de disfunción familiar, complicadas dinámicas de trabajo y caos mental. Mientras tanto, en medio de las estrellas orbita un planeta llamado Melancholia que amenaza con acabar con la vida en la Tierra. Melancholia, una experiencia cinematográfica visualmente arrebatadora, es una cautivadora obra maestra en movimiento. A través de escenas cuya cinematografía y puesta en escena captan alusiones a anécdotas bíblicas y obras artísticas, y de un montaje a cámara lenta que suspende a los personajes en el tiempo, Melancholia es una alegoría que refleja el acecho inevitable de la muerte y la angustia emocional.

En la película, concretamente en la escena inicial, el público recibe múltiples alusiones a símbolos religiosos y obras de arte que sirven para establecer ciertos componentes de la identidad de los personajes y de la narración en su conjunto. Por ejemplo, hay un plano del majestuoso caballo negro de Justine, Abraham, con una luz clave sobre él mientras cae lentamente al suelo. El nombre "Abraham" podría hacer referencia al personaje bíblico Abraham, mediador entre Dios y la raza humana. En los capítulos 18 y 19 del Génesis, hay dos ciudades llamadas Sodoma y Gomorra que Dios quiere destruir porque "sus [pecados] son muy graves" (Génesis 18:20). Abraham intenta suplicar y negociar con Dios para que perdone la vida a un cierto número de "justos". Por desgracia, Abraham no puede salvar a Sodoma y Gomorra, y las ciudades son arrasadas por completo. Esta historia puede verse como un paralelismo con el papel de Justine en la narración, ya que en última instancia se convierte en Abraham al tener esta conexión tan íntima e intuitiva con Melancolía y la propia naturaleza.

Películas sobre la depresión

En la segunda semana del excelente curso Representaciones cinematográficas de las enfermedades mentales en mi cine local, el encantador Crouch End Picturehouse, exploramos tres películas distintas que habían sido seleccionadas por sus variadas representaciones de la depresión.

El ensayo de Sigmund Freud de 1917 "Duelo y melancolía", en el que el padre del psicoanálisis argumentaba que ambos estados son respuestas a la pérdida, era relevante para las películas elegidas y, por tanto, se mencionaba en la introducción a la sesión de esta semana. En el caso del proceso natural del duelo, esa pérdida es algo específico y definible, mientras que la melancolía es menos tangible y, por tanto, el proceso es inconsciente y se considera patológico.

Melancolía es la segunda de la llamada Trilogía de la Depresión del cineasta Lars von Trier, compuesta también por Anticristo (2009) y Ninfómana (2013). Von Trier sufre depresión, y hay elementos autobiográficos en esta trilogía. El concepto central de esta película surgió de una de sus propias sesiones de terapia, como reveló en una entrevista sobre la película:

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