Efecto placebo psicología y mente

Casos extremos de efecto placebo

Los tratamientos placebo inducen respuestas reales en el cerebro. Creer que un tratamiento funcionará puede desencadenar la liberación de neurotransmisores, la producción de hormonas y una respuesta inmunitaria, aliviando los síntomas del dolor, las enfermedades inflamatorias y los trastornos del estado de ánimo.

Es posible que haya oído hablar del fenómeno médico llamado efecto placebo. Un paciente con síntomas de enfermedad recibe un tratamiento simulado y, de algún modo, ¡comienza a sentir alivio! Nuevas investigaciones neurocientíficas han empezado a desvelar cómo funciona el efecto placebo, tras siglos de misterio.

Ya en 1799, un médico llamado John Haygarth informó de uno de los primeros ejemplos del efecto placebo. Se mostraba escéptico ante un tratamiento muy popular en aquella época para el dolor articular: la aplicación de varillas metálicas en el cuerpo que, según se creía, eliminaban el dolor gracias a sus propiedades electromagnéticas.

Haygarth probó la eficacia de estas varillas fabricando un par de varillas ficticias, o placebos, que eran de madera y, por tanto, no debían funcionar. Milagrosamente, descubrió que los pacientes obtenían el mismo beneficio del tratamiento con las varillas de madera que con las de metal, lo que sugiere que el simple hecho de tratar a un paciente, aunque el tratamiento en sí no tenga propiedades curativas, puede bastar para mejorar los resultados. Haygarth escribió sobre sus hallazgos, afirmando que la imaginación podría ser poderosa para la curación.

Cómo utilizar el efecto placebo

En los últimos años, los médicos han observado una tendencia desconcertante: Cada vez eran menos los nuevos fármacos contra el dolor que superaban los ensayos doble ciego con placebo, el patrón oro para comprobar la eficacia de un medicamento.

En estos ensayos, ni los médicos ni los pacientes saben quién toma el fármaco activo y quién una pastilla inerte. Al final del ensayo, se comparan los dos grupos. Si los que realmente tomaron el fármaco informan de una mejoría significativamente mayor que los que tomaron placebo, entonces merece la pena recetarlo.

Cuando los investigadores empezaron a examinar con detenimiento los ensayos clínicos sobre fármacos para el dolor, descubrieron que en 1996 una media del 27% de los pacientes informaba de una reducción del dolor con un nuevo fármaco en comparación con el placebo. En 2013, era del 9%.

Lo que esto mostraba no era que los fármacos estuvieran empeorando, sino que "la respuesta al placebo está aumentando con el tiempo", pero solo en EE. UU., explica Jeffrey Mogil, el investigador del dolor de la Universidad McGill que codescubrió la tendencia. Y no sólo aumenta en la medicina del dolor. Los placebos también están ganando fuerza en los estudios sobre antidepresivos y antipsicóticos.

Ejemplos de la vida real del efecto placebo

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La mente puede engañarle haciéndole creer que un tratamiento falso tiene resultados terapéuticos reales, un fenómeno conocido como efecto placebo. En algunos casos, los placebos pueden ejercer una influencia lo bastante poderosa como para imitar los efectos de tratamientos médicos reales.

El efecto placebo es un fenómeno en el que algunas personas experimentan un beneficio tras la administración de una sustancia o tratamiento inactivo parecido. Esta sustancia, o placebo, no tiene ningún efecto médico conocido y puede presentarse en forma de pastilla (píldora de azúcar), inyección (solución salina) o líquido consumible.

En la mayoría de los casos, la persona no sabe que el tratamiento que está recibiendo es en realidad un placebo. En cambio, cree que ha recibido el tratamiento real. El placebo está diseñado para que parezca exactamente igual que el tratamiento real, pero la sustancia no tiene ningún efecto real sobre la enfermedad que pretende tratar.

Ejemplos de efecto placebo

La mente puede ser una poderosa herramienta curativa cuando se le da la oportunidad. La idea de que el cerebro puede convencer al cuerpo de que un tratamiento falso es real -el llamado efecto placebo- y estimular así la curación existe desde hace milenios. Ahora la ciencia ha descubierto que, en las circunstancias adecuadas, un placebo puede ser tan eficaz como los tratamientos tradicionales.

Los placebos no reducen el colesterol ni reducen un tumor. Los placebos actúan sobre síntomas modulados por el cerebro, como la percepción del dolor. "Los placebos pueden hacerle sentir mejor, pero no le curarán", dice Kaptchuk. "Se ha demostrado que son más eficaces para afecciones como el tratamiento del dolor, el insomnio relacionado con el estrés y los efectos secundarios del tratamiento del cáncer, como la fatiga y las náuseas".

Durante años, el efecto placebo se consideró un signo de fracaso. El placebo se utiliza en los ensayos clínicos para comprobar la eficacia de los tratamientos y se emplea con mayor frecuencia en los estudios farmacológicos. Por ejemplo, las personas de un grupo reciben el fármaco real, mientras que las otras reciben un fármaco inactivo, o placebo. Los participantes en el ensayo clínico no saben si reciben el fármaco real o el placebo. De esta forma, los investigadores pueden medir si el fármaco funciona comparando cómo reaccionan ambos grupos. Si ambos tienen la misma reacción -mejoría o no-, se considera que el fármaco no funciona.

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